lunes, 1 de abril de 2013

Mi Santa Semana

Domingo de Ramos
La cita se puntualizó a las diez de la mañana  en la calle Eufemio Zapata, esquina con Refugio Rodríguez, de la colonia Santa María la Rivera. Para nuestro encuentro cerraron las entradas de acceso por el Boulevard Carmen Serdán, para que no circularan los carros por esa calle (Eufemio Zapata)  y como había varias personas esperando, los autos que circulaban por Refugio Rodríguez percibían que no podían dar vuelta por Eufemio Zapata para salir a Blvd. Carmen Serdán. Las personas de la casa ubicada en esa dirección se dieron a la tarea previa de montar un altar muy solemne, con telas blanco y rojo, unos floreritos monos, pero que hacían ver el altar muy sobrio. El atril a la izquierda del altar. Arriba, había adornos de papel de china en tonos rojo y blanco. Hacía un calor que penetraba y quemaba. A la cita llegamos alrededor de 60 personas. El sacerdote llegó a eso de las diez y media.
Mientras esperábamos al sacerdote, se hizo una última venta de palmitas para la bendición; para ello,  unas 8 personas le compraron las palmitas "de a 10 pesos" a la encargada de la administración de la capilla.
La mayoría de las personas llevaban sombreros, sombrillas y vestimenta de tonos claros. Algunas  parecían ir a la playa:  pantalones cortos, sandalias y eso sí, los lentes de sol no podían faltar. Otros iban vestidos de una forma recatada, pero con los tonos claros. Los bebés, iban con ropa muy ligera y huaraches, muchos de ellos llevados en carreolas.
Unos cinco minutos antes del arribo del Padre, llegaron todos los participantes de la ceremonia y cuando me dí cuenta ya éramos alrededor de 80 personas. Aunque todos éramos partícipes, llamo  "los participantes" a aquellas personas que tenían una función específica en el ritual, como los niños acólitos o los que harían lecturas. Éstos "personajes" con funciones determinadas  iban vestidos de cierta forma uniforme. Los niños acólitos iban con una especie de hábito (que usaron en la ceremonia de primera comunión) en color hueso y llevaban unas largas palmas (de unos 2 metros aproximadamente, de alto). Los lectores, iban con un traje sastre en el mismo tono, con una mascada al cuello color amarillo intenso, pero no chillón y una blusa o camisa blanca, según el caso.
Por fin arribó nuestro sacerdote y todos nos reunimos en torno a él y al altar para comenzar la bendición de las palmas, antes de eso, todos estábamos hacinados, pegados a los muros que brindaban un poco de sombra.
Se bendijeron con agua y oraciones las palmas y, entonces comenzamos el recorrido que ya había sido anunciado en folletos con dos semanas de antelación: croquis plasmado y actividades de semana santa en él.
Avanzamos en procesión, tratando de respetar el orden: Sacerdote, Cruz (Un objeto litúrgico de nombre desconocido para mí,que está constituida, básicamente por ser un tubo largo, de unos 2 metros,  en tono dorado con la insignia de una cruz en la cima) sirios (Objeto igualmente de nombre desconocido para mí, que está formado por un tubo y en la parte superior una especie de charola, con una bombilla de cristal, para poder colocar sirios en un espacio determinado para eso), (doce) acólitos, coro, pueblo.
Afortunadamente, la cohesión y participación de nuestra comunidad en eventos relacionados con lo eclesiástico nos mantiene unidos. Todos fuimos partícipes, entonando cantos de alabanza para Cristo, reconociéndolo como el Rey de nuestra procesión. A pesar del calor, la gente parecía muy feliz, los cantos transmitían júbilo. Avanzamos unas cuadras así, en procesión y cantando hasta entrar a la capilla. A nuestra llegada, ya eran más los que se habían sumado y los que esperaban dentro de la capilla donde se llevó a cabo la realización de la misa, como cada Domingo, con la diferencia de que llegamos acalorados y de que la misa duró más tiempo, por la lectura de la pasión y muerte de Cristo. A pesar del cansancio, la gente parecía con ánimo de cumplir fielmente con sus eventos de cada año. El altar de la capilla también era distinto. El gran crucifijo que hay en el altar estaba cubierto por unas telas: más cerca de la cruz la tela blanca y más cerca de nosotros una tela morada más estrecha, que permitía que la tela blanca la enmarcara y que parecían simular una especie de telón de teatro que ocultaba a nuestro protagonista.
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Jueves Santo






El Jueves nuestra celebración se realizó a las siete en punto de la noche. El altar estaba bajo la misma configuración del Domingo anterior, el telón blanco y morado. El altar sencillo, sólo con un mantel blanco.
La capilla estaba llenísima de gente, y pude ver a una inquieta niña buscando una posición privilegiada para poder mirar el lavatorio de pies. Parecía que le entusiasmaba en demasía la idea de verlo e incluso llegué a pensar que era  su primera vez, pues aunque antes conté de la enorme participación en mi colonia, también hay personas reacias a formar parte de la "vida católica".
Los mismos (once, ahora) niños que fueron acólitos el Domingo anterior  tomaron asiento en primera fila y después de la lectura del evangelio el padre, con ayuda de dos señoras asistentes, lavó un pie de cada niño, lo lavaba y secaba amorosamente, culminando con un beso.
Al concluir la misa algunas personas acudieron al salón contiguo, que había sido adaptado como altar para estar en recogimiento con Cristo Sacramentado, otras personas, como yo, nos marchamos a nuestras casas. Algunos creyentes, volvimos a diferentes horas de la noche para hacer momentos de oración y como muestra de respeto y duelo por lo que significa para los católicos el ser partícipes de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
El calor se dejó sentir, pero igual que antes, los colonos participaron activamente de la celebración, en la atmósfera se percibía duelo.
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Viernes Santo
 
El Viernes, sin duda alguna, es uno de los tres días más fuertes de la Semana Santa y se deja ver con todos sus detalles, además de sus múltiples actividades. Para empezar, la gente parece más serena ese día. Hasta los muchos talleres mecánicos que hay en la colonia parecían callados, no se oía música como otras veces y muchos se preocuparon por adornas sus fachadas, ya fuera con banderitas o cadenas de papel de China; otros barrieron con más pulcritud sus calles, muchas calles se asomaban húmedas, sobre todo a eso de las once de la mañana y varias familias, como cada año, fuera de sus casas montaron alfombras de aserrín con motivos religiosos.
 Fuera de determinadas casas se colocaron altares en tonos blanco y rojo con las estaciones marcadas.
Debo admitir aquí que no acudí al Viacrucis, pues temía morir por diagnóstico de cáncer de piel, ya que el sol se dejaba caer agresivamente.
A las 3 de la tarde, la gente estaba llegando a la capilla y estuvimos ahí para la adoración de la cruz y para la parte más importante del día: La proclamación de las siete palabras.
Todos estuvieron en absoluto recogimiento, pues la atmósfera era bastante triste anímicamente. Es terrible estar ahí; los rituales litúrgicos te transmiten todo, no sólo es que la gente vista de negro o que el altar parezca vacío sin su habitual mantel y sin flores por ningún sitio, sino que verdaderamente se sienten tristes o al menos así se siente: como si Cristo muriera justo ese día de ese año.
A las siguientes actividades no acudí, pero fueron la Procesión del Silencio y un rosario para consolar a la virgen María, aunque pareciera que fueramos nosotros los consolados, porque de verdad que la sensación de inmensa tristeza perdura todo el día y noche, al menos a mí me turba un poco la idea de reflexionar sobre el asunto: ¿Hasta dónde somos capaces de llegar los seres humanos, juzgándolo todo y a todos? ¿Por qué siempre damos señas de nuestra gran intolerancia para todo aquello que no es como creemos o deseamos?
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Sábado Santo
 
¡Por fin tenemos consuelo! Sábado de Gloria. Misa de siete de la noche. Como cada año comenzamos la celebración entre penumbras, con la bendición en el atrio del fuego, que se transmitirá a los sirios que llevamos a la capilla: algunos llevamos un sirio por familia, otros exagerados llevan uno por integrante.
Al inicio de cada fila, junto a los pasillos un miembro de la comunidad vestido de blanco nos compartirá el fuego de su sirio. A pesar de eso, muchísima gente va vestida de blanco. Cada año parece haber más feligreces reunidos para esa celebración.
Sigue estando el telón, sólo que esta vez es uno sólo (blanco) y cubre toda la pared del altar. Debo referir que, cada año voy con la actitud expectante de encontrar algo novedoso que me enorgullezca de mi comunidad. Y en efecto, cada vez parecen más preocupados todos por innovar algo que beneficie la ceremonia, este año montaron una especie de tarima para los lectores y aunque las lamparitas en los atriles no eran novedad, seguimos admirándonos del esfuerzo de la gente por la realización de la ceremonia. Tanto detalle y esfuerzo de su parte.
Primera parte de la misa: Liturgia de la Palabra.
Los lectores iban uniformados, con ese traje sastre color claro, el mismo del Domingo de Ramos (al igual que el sacerdote, en mi comunidad, los lectores tienen trajes de distintos tonos, ya sea azul marino o ese color hueso, el color hueso se acompaña con una mascada amarilla o verde oliva; el azul con una mascada roja) todos prolijamente alineados, mostrando su interés en la función que les corresponde.
Iban por parejas: un lector, un salmista. Daba la impresión de que lo habían memorizado todo, pues la ejecución de su lectura y su canto era magistral, bella, llena de armonía, pero todo eso sólo era el reflejo de todo su esfuerzo y ensayos previos.
Canto de Gloria y Confirmación de nuestro bautizo:
Esta parte es verdaderamente conmovedora. Al igual que el día anterior, parecíamos todos contagiados por la tristeza. La noche del Sábado todos parecíamos sumidos en una ola de júbilo y euforia. Desde que se encienden las luces, para cantar el Gloria, al mismo tiempo se deja correr el gran telón, permitiéndonos ver una lona que tapa el gran Cristo: lona con una impresión de Jesús resucitado y para el momento de nuestro "rebautizo" todos estamos eufóricos, algunos con lágrimas de felicidad con cantos sobre el espíritu que nos bautiza.
Segunda parte de la misa: Comunión
Para esta parte, si bien los colaboradores se esforzaron bastante por la buena ejecución de sus funciones, el pueblo no podía quedarse atrás y la gran mayoría permitió emanar su espiritualidad católica al ir a comulgar. Eran tantos los comulgantes, que se hicieron dos filas al centro y una en cada pasillo, haciéndo un total de cuatro filas.
Al terminar la celebración todos estabamos llenos de júbilo, todos parecíamos muy sonrientes y al menos en mi experiencia sentía el pecho pletórico y rebozante de alegría.
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Sábado de Gloria Trevi
 
El día Domingo no asistí a la celebración más importante. A la celebración de la resurrección de Jesucristo, pues la noche anterior, al salir de misa de Gloria, me dirigí a una reunión que cada año celebramos, mis amigos y yo.
Nostros somos amigos desde hace más de 10 años y otros se han ido uniendo a nuestro círculo de amistad. Nosotros más que amigos somos familia y si bien no podemos vernos tan seguido como deseamos, sabemos que ese día es una cita segura a la que debemos llegar.
La mayoría gozan de un ingenio tremendo y qué decir de su actitud realista, dejando que nuestra inmundicia aflore y sólo por sentar los pies en la tierra, no porque hagamos actos ilícitos o reprobables moralmente, por eso el nombre en honor a Gloria, alguna Gloria tendría que festejar y ¡cómo no! Gloria Trevi era la más santa entre las artistas, la más martir. Al respecto, debo decir que tiene varios años que celebramos este día,  cuando aquel escandalazo del Clan era muy sonado, por eso lo de santa y martir.
Ese día no debe faltar la música de nuestra festejada, su imagen y por su puesto una gran celebración por parte de los invitados. Bebidas varias, dulces en gran cantidad y sobre todo la participación jocosa de nuestro baile.
Este Sábado nos reunimos en casa de Ale y Rebe, dos amigas amadísimas que viven en el centro, en una casita, de esas que no diré su ubicación, llena del estilo de los años cuarenta. Al subir por las escaleras del edificio se antoja un sueño sobre tú como protagonista de una historia de gangsters o algo similar. Nos la pasamos genial, como siempre que estamos juntos y el nuevo proyecto de Mario, otro de mis amigos, es hacer un cuadro de Gloria Trevi. Mario es un máster del diseño, se vale muy bien de ese tipo de programas y hace unos meses les regaló a Ale y Rebe un cuadro de uno de nuestros ídolos, pero más de Ale, el gran José José.
Estoy a la espera de ese cuadro, que seguramente quedará impregnado de Mario y de su creatividad e ingenio, como en cada cosa que hace.
En la reunión estuvieron otras personas más que son igual de entrañables para mí, aunque no las he mencionado y disfrute muchísimo de su compañía y charlas. Tuve charlas más directas con Güero, Cham, Jacque, Igor y Andrés.
Me fui a eso de las seis de la mañana y llegué a mi casita a descansar.
 
Espero que hayan disfrutado muchísimo de esta entrada, pues yo me sentí maravillosamente compartiendo no de mí Semana Santa, más bien de mi Santa Semana que concluyó de una forma tan entrañable para mí.